Datos de contacto

Si quiere contactar con nosotros, puede hacerlo por correo electrónico a alfilabogados@alfilabogados.es

viernes, 19 de junio de 2020

TRIBULACIONES DE UN CONTRIBUYENTE



Cuando era niño, había una magnífica colección de tebeos llamada “Joyas literarias juveniles”, de las que tuve algunos ejemplares. Eran muy caros –porque eran muy buenos- y por eso sólo pude disfrutar de algunos de ellos. Había uno, que nunca pude tener, que se llamaba “Las tribulaciones de un chino en China”, del gran Julio Verne. Nunca supe de qué iba pero siempre supuse que sería un elenco de problemas sufridos por el protagonista.


Viene esto a cuento por la historia que voy a contar, valga la redundancia.

En la mañana de hoy un cliente recibe una comunicación de la Agencia Tributaria. Acude presto a la web y con su certificado electrónico accede a ella. Se trata de una sanción que le derivan como “sucesor” de una sociedad civil de la que formaba parte y se ha extinguido recientemente.

Como además era el administrador de la sociedad civil, sabe perfectamente que NO SE LE HA NOTIFICADO SANCIÓN ALGUNA, por lo que difícilmente puede derivársele responsabilidad de ningún tipo. No obstante, en aras a la tranquilidad tributaria, decide afrontar valientemente la situación y no limitarse a presentar un recurso que cualquiera sabe cuándo se iba a resolver.

Así que, como primer paso, llama a la Administración de la AEAT correspondiente. Al teléfono que consta en la resolución. Primer asalto perdido. El teléfono no funciona. Consulta la web y … ha cambiado el número. No pasa nada, es normal, pero … ¿no lo sabía la propia Agencia Tributaria cuando emite la resolución e incluye el erróneo?

Seguimos. Llama al número correcto. Le atiende cordialmente una persona quien le indica que, por protección de datos, debe acudir personalmente a la Administración. ¡Ya salió el comodín de la protección de datos! Le indica además que debe pedir cita previa, pero … para eso debe llamar a otro teléfono, que empieza por 91. El contribuyente se sorprende: hombre, llamo a la Administración de Hacienda a la que tengo que acudir y para pedir cita, me remiten a Madrid… parece, cuanto menos, sorprendente!

El señor que le atiende le dice, amablemente, que tiene razón. Que hace ocho años él era quien daba las citas de esa Administración, pero que ahora hay que llamar a Madrid, porque una empresa privada subcontratada es la que hace el servicio. Segundo asalto, perdido.

Con gran paciencia llama al teléfono de Madrid (según indica el móvil, es de Alcalá de Henares). Le atiende otro señor muy amable. Le pide identificación, DNI, nombre completo y código de verificación seguro de la resolución recibida. El contribuyente le indica que se trata de una sanción derivada y que la Administración competente es la correspondiente de Sevilla.

El señor que le atiende le dice que no es posible darle cita previa en este momento ni en esa Administración de Hacienda ni en ninguna de la provincia de Sevilla. ¿Cómorl? No sabe por qué pero no hay disponible cita. Pero, ¿y los plazos?, pregunta el contribuyente. El señor le dice que no se preocupe, que seguramente serán tenidos en cuenta. Pero que tampoco hay problema, que le va a dar el teléfono de “ayuda” para que allí le indiquen. Tercer asalto, perdido.

Y llegamos al definitivo. Llama al teléfono de “ayuda”. La centralita le dice “bienvenido al servicio de información tributaria básica” y le discrimina entre “impuesto sobre la renta” y “otros impuestos”. Mala pinta tiene esto. Parece que aquí tampoco le darán solución. Tras marcar la segunda opción y cortarse la comunicación, opta por “renta”. Allí le atiende una señorita que tras escuchar su “historia”, le pasa con el departamento correspondiente.

Hay esperanza, se dice… Sin embargo, tras cinco minutos de musiquita y mensajes de que “todos nuestros agentes están ocupados”, se le indica finalmente que llame más tarde y se cuelga directamente la llamada. ¡Combate terminado por KO en el cuarto asalto!

No sé si las tribulaciones de Verne eran similares a esta, pero está claro que, un par de siglos más tarde, la España de Larra sigue viva: burocrática y centralizada. Y ello a pesar de estar tratando con la Administración más dotada presupuestariamente y más informatizada de España.


No hay comentarios:

Publicar un comentario