Define el Diccionario de
la Real Academia Española el término espabilado como:
1.
adj. Dicho de una persona: Lista, viva, despierta. U. t. c.
s. U.
t. en sent. irón.
Este último matiz, el
sentido irónico en la utilización del término, es, en mi opinión, el más
utilizado por la gente de la calle, que lo asimila al término –más reciente en
este sentido- “cuñado”, como el más
enterado de las reuniones familiares.
Viene a cuento esta
pequeña digresión con motivo de la lectura de un artículo antiguo conservado en
papel y que vuelve a mis manos en esa permanente tarea de “limpieza” de
documentos que sigo haciendo. Se publicó el 18 de febrero de 2008 por Teresa
Martín y lleva el título “Bueno, esto ya
lo apañamos entre nosotros, sin abogados”.
La autora parte en su artículo de que tiene “encima de la mesa un contrato que perjudica horrorosamente al que, desde hoy, es mi cliente” y desarrolla a continuación los distintos detalles de una operación de venta de negocio –llamado “traspaso” en la lengua coloquial- y los distintos problemas que se podían haber evitado y que por el hecho de hacerse sin el debido asesoramiento han surgido inevitablemente. La conclusión es clara: “un euro de abogacía preventiva son, por lo menos, cinco euros de abogacía curativa”.
Al mismo tiempo que
escribo estas líneas, veo en TV anuncios sobre una plataforma que realiza la
declaración de la renta y que es anunciada por un comentarista deportivo, a
quien no conozco –no me gusta el deporte- y de ahí que no sepa si da el perfil
o no de la persona indicada para anunciar (recomendar en el fondo) este tipo de
producto.
Si nos tomamos la
molestia de rebuscar en internet podemos ver cómo trabaja (15 minutos, 9
preguntas) y cuánto cuesta (una simulación, gratis; una declaración hecha por
ti mismo, 35 euros; la declaración con ayuda, 45 euros).
¿A qué conclusión llego? Que los espabilaos son los mejores amigos de los abogados expertos en una materia, que después arreglan sus entuertos y ganan, como es lógico, mucho más.
Recuerda: consulta a tu abogado de
confianza y piensa que cada euro que gastes en consultar antes de que surja
el problema supone un ahorro de cinco cuando aparezca. Y, a veces, es posible
que ni gastando esos cinco tenga solución.
¡No seas “cuñao”!