Los “antiguos” –la generación
de mis padres, por ejemplo, nacidos en los años veinte del pasado siglo- creían
que el exceso de estudios hacía perder el juicio a las personas. Aún recuerdo –aunque
cada vez más en medio de las tinieblas del olvido- que mis padres hablaban de
unos parientes lejanos que se habían vuelto locos estudiando en la Universidad
(de Santiago de Compostela, por más señas), posiblemente por la mala vida que
llevaban de enclaustramiento entre libros.
[Imagen correspondiente a la escena de la locura de la ópera Lucia de Lammermoor, de G. Donizetti]