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miércoles, 21 de septiembre de 2022

¡INNOVAD, INNOVAD, MALDITOS!

 


Hace unos días visité junto con un cliente una sucursal bancaria por motivos profesionales. Las circunstancias de la visita y de la falta de perspicacia de quien nos atendió ya fue objeto de una entrada anterior, que podéis leer AQUÍ. Pero la visita dio para más.

Como la temperatura en el interior de la oficina era alta, cogí un folleto de un stand situado junto a la mesa, con la única intención de abanicarme, pero … no pude evitar leerlo y, ¡vaya por Dios!, no podía ser otro más que el referido al seguro de decesos, al que también nos hemos referido en este blog y en el canal de Youtube en alguna ocasión, como AQUÍ y AQUÍ.

Pero lo que me llamó la atención fueron las coberturas del seguro, que incluye, bajo el eufemístico epígrafe de “Antes” (¿antes de qué?), la posibilidad del “testamento online, telefónico o presencial”.





Y pensé: esto es innovación y no la rigidez notarial (léase, por favor, con sentido irónico, pues no sólo mantengo unas relaciones profesionales magníficas con el gremio notarial, sino que además cuento con grandes amigos entre sus integrantes, algunos incluso que ya no están con nosotros).

Según parece, la compañía de seguros del banco –cuyo nombre no voy a indicar- ha descubierto la piedra filosofal del testamento y ha conseguido que se puedan otorgar tanto online como de manera telefónica. ¿Cómo? Nada se aclara sobre el tema, pero la publicidad es clara: se puede hacer presencial y se puede hacer online o telefónico.

Después de ver esta publicidad he tecleado en Google y me ha aparecido en la web de Eroski Consumer una entrada dedicada al asunto, que podéis consultar AQUI, y que, rotundamente, indica: “Desde tu ordenador, por correo electrónico o por teléfono puedes hacer testamento con total comodidad y con la misma validez legal que en una notaría”. He pensado de nuevo: ¡qué maravilla de innovación! ¡Y yo sin enterarme de que mis clientes podían otorgar testamento telefónico o electrónico!

  

Lástima que, cuando se lee la entrada completa, se llega a la dura realidad: a la hora de su otorgamiento, o se acude presencialmente a la notaría, o bien se transcribe a mano el modelo que el asesor le haya enviado debiendo cumplir todos los requisitos del testamento ológrafo. O, lo que es lo mismo, que no hay nada nuevo bajo el sol. Las únicas modalidades de testamento que existen en la actualidad son el testamento notarial (que, lógicamente, exige la presencia del notario, pues ¿cómo, si no, vamos a estar seguros de que el testamento recoge realmente la voluntad del causante o de que éste se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales y actuaba libremente?) y el testamento ológrafo, redactado de puño y letra del testador y que requiere unas gestiones posteriores, por lo que lo desaconsejamos.

Otro tema que me planteo es el de la publicidad engañosa, que existe –tanto “presencialmente” como el folleto del seguro que da lugar a este comentario, como de manera electrónica, plasmada en la entrada de Consumer antes citada- y que hace mucho daño. Y no sólo en esos anuncios que nos prometen el éxito social con un perfume o la pérdida de peso en una semana con una cremita mágica, sino también en aspectos tan aburridos como los seguros o las páginas destinadas a consumidores, como la indicada.

Moraleja: como siempre, desconfía de quien vende humo y asegúrate de leer hasta el final y preguntar las dudas que se te planteen a quien no tenga interés económico en el asunto.


NOTA.- Aunque quienes tengan una edad se habrán dado cuenta, el título de esta entrada hace referencia a una película que me impresionó en su día: “Danzad, danzad, malditos”. Dirigida por Sydney Pollack en 1969, se refiere a un maratón de baile al que concurren numerosos participantes en el contexto de la Gran Depresión.



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