No. No nos vamos a referir en
esta entrada a la reciente Ley 14/2013, de 27 de
septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización, a la que ya
dedicamos otra entrada previa y seguirá alguna que otra crítica con su
contenido.
Esta vez
vamos a hablar de espíritu emprendedor o, dicho de otro modo, de la necesidad
de las personas de ser avispadas, de rentabilizar el talento que tienen.
Necesidad especialmente necesaria en los tiempos de crisis económica que
padecemos en los que tenemos que salir adelante y CREAR, crear nuevas fuentes
de ingresos, crear nuevos productos y servicios, poner en marcha las ideas que
sin duda todos tenemos. Pero, sin olvidar que esa creación debe tener un dueño
y debe protegerla para que nadie la usurpe. En definitiva, vamos a hablar de la
propiedad industrial.
Como es
sabido, la propiedad es el derecho que se confiere a su titular respecto de un
objeto de usar, disfrutar y disponer del mismo sin más limitaciones que las impuestas por la ley. Si la propiedad
recae sobre una cosa no tangible, estaremos ante las llamadas propiedades
especiales, y una de ellas es la propiedad intelectual, regulada
fundamentalmente en la Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes. Una patente es
el derecho de propiedad especial que el titular registral de una invención
ostenta sobre la misma, lo que le habilita para su explotación en exclusiva
durante un tiempo.
Es tradicional en nuestro país no
echar mucha cuenta de estos temas, por aquello del “que inventen otros”. Sin
embargo, es muy importante que las ideas que surgen y que permitan algún tipo
de explotación económica se protejan adecuadamente.
El otro día tuve la oportunidad
de exponer esto mismo a mis alumnos de este año con un ejemplo muy gráfico.
Quienes tienen una cierta edad recordarán aquel videoclip de Michael Jackson en
el que se inclinaba hacia delante de tal manera que formaba un ángulo de más o
menos cuarenta y cinco grados con el suelo; y sin caerse. ¿Cómo lo hacía? Con
unos zapatos especiales, al parecer de su invención y que estaban registrados
como patente en el Registro correspondiente norteamericano desde 1992, como se puede ver AQUI
Sin embargo, lo mejor del caso es
que ese mismo desafío a la gravedad del sr. Jackson ya lo hacía un personaje de
la televisión española de nuestra infancia llamado Locomotoro. Pues bien,
buscando en internet a Locomotoro, encontré que el actor que lo interpretaba se
llamaba Paquito Cano y que ya en 1951, en una película llamada “Esa pareja
feliz”, de Berlanga y Bardem, hacía gala de su habilidad frente a la ley de la
gravedad. Aquí tenéis el vídeo:
Lo malo es que, muy
probablemente, nuestro compatriota no tuvo la “astucia” de patentar el invento
que le permitía hacer estos movimientos.
Interesante comentario y gracias por colgar ese maravilloso video de Paquito Cano, Locomotoro, un genio de la escena, impresionante ese movimiento hacia adelante como una flecha hacia la mesa de la pareja. increíble!!!
ResponderEliminarY a !!espabilarse en este país!! Que hay mucho talento.