La tercera, y última por el momento, de las entradas dedicadas al tío Rufo y sus fragmentos literarios jurídicos – AQUÍ puedes leer la primera entrada y AQUÍ la segunda- es este nuevo fragmento de las obras de Blasco Ibáñez, con la siguiente reseña: Obras Completas, Tomo III, Novelas de la Costa Azul. “La familia del Dr. Pedraza”, capítulo I, página 269.
Dice así:
“Otra advertencia que considero necesaria
para todos los que me escuchan y no han estado allí. Este doctor Pedraza era
llamado doctor, no porque fuese médico, sino por abogado.
Desde Tejas al cabo de Hornos, en todas las Repúblicas
los abogados son tan numerosos como los generales, y esto es decir algo. Pero
en las Repúblicas de la América que podemos llamar de arriba los titulan
simplemente “licenciados” y abajo, en la Argentina y otros países, “doctores”.
He visto en el Archivo de Indias, de Sevilla, una
súplica dirigida al rey de España por los primeros habitantes de Buenos Aires,
pidiendo que fuesen enviados a la ciudad naciente hombre de todas las
profesiones, menos abogados, por ser la tal carrera nociva para la paz y la prosperidad de un país. Estos colonos de
hace tres siglos adivinaron con prodigiosa anticipación las futuras calamidades
de su patria”.